Comentario
Los reyes Felipe V e Isabel Farnesio eligieron como lugar de retiro y recreo el terreno que adquirieron a los jerónimos en 1720, donde construyeron un palacio acorde con sus gustos, La Granja de San Ildefonso. Sobre un extenso terreno que se eleva en desniveles desde el palacio que ocupa la parte baja planificó Le Nôtre un jardín a la francesa, que está inspirado más en el palacio de Marly que en los jardines de Versalles. De las labores de jardinería se encargará Etienne Boutelou I. El resultado es un jardín semisalvaje en el que se abren perspectivas pintorescas, respetándose los accidentes del terreno. La abundancia de agua permitió trazar numerosas fuentes que se ordenan con un criterio urbanístico. Originariamente, el eje principal estaba formado por la Gran Cascada, pero, al ampliarse después el palacio se trazó un segundo eje perpendicular al primero, el de la avenida Valsain, señalado por la Fuente de la Fama y, la de los Baños de Diana. Entre ambos se sitúa un plano regular de calles, cuyo centro está ocupado por la plaza central de las Ocho Calles.
Los grupos mitológicos que forman las fuentes se inspiran en la literatura clásica. Así la "Metamorfosis" de Ovidio es seguida en las fuentes de Perseo y Andrómeda, Latona y Apolo y Dafne y la "Eneida" de Virgilio en los grupos de la Fuente de la Fama y de Neptuno y finalmente Apuleyo en la fuente de Mercurio y Psique (Moran Turina). Las figuras alegóricas, en cambio, producen la "Iconología" de Cesare Ripa. En cuanto a los grupos meramente decorativos de animales y niños, hallan su inspiración en los jardines de Versalles, donde se representan las fábulas de Esopo. Si en Versalles el tema central es Apolo-Sol, que diviniza a Luis XIV, en La Granja es Diana, y sus ninfas cazadoras, la que ocupa el lugar más destacado por ser divinidad protectora de la caza que practica el rey en el Real Sitio y también porque está más de acuerdo con la sensibilidad hacia lo femenino vigente en el rococó.
Los escultores franceses que trabajaron en los grupos escultóricos de La Granja son bien conocidos (Bottineau). Algunos de ellos habían trabajado en Marly, la empresa más próxima cronológicamente a La Granja. La intervención de René Carlier, a quien se deben los primeros proyectos de decoración de los jardines, debió de ser muy escasa, pues muere en 1722. Dos años antes habían llegado a España dos escultores destacados, René Frémin y Jean Thierry. El primero había sido alumno de Girardon y Coysevox, pasando después a Roma donde estudió la obra de Bernini. Perteneció a la Academia francesa y había trabajado para la capilla de Versalles y para Marly, donde hizo las figuras mitológicas de Flora y de una ninfa de Diana. Dominaba la escultura en varios materiales y se caracterizaba por su refinamiento y virtuosismo técnico. De más directa valla era Jean Thierry, también alumno de Coysevox, que había colaborado con Frémin en Marly. Esta colaboración continuará en La Granja. Ambos, acompañados por sus oficiales y algunos tallistas españoles, instalarán su taller en Valsain y producirán una estatuaria de gran homogeneidad estilística, ejecutada con gran rapidez en un cuarto de siglo (1721-1746). Parte de las esculturas fueron realizadas en mármol y otras en plomo, pintadas en verde imitando bronce o en blanco, semejando mármol. Se conseguía así una rica policromía que destacaba sobre el verde de los jardines.
La estrecha colaboración entre Frémin y Thierry hace imposible, a veces, discriminar sus respectivas manos. Obra de ambos se cree la Fuente de las Tres Gracias, que se sitúa bajo un templete en lo alto de la Gran Cascada, por donde discurre el agua saltando sobre los peldaños de mármol. El Triunfo de Anfítrite que ocupa la parte baja de la Gran Cascada se cree obra más personal de Thierry, al igual que las figuras de mármol de La Primavera, El Verano, El Otoño, El Invierno, la Hora de los Príncipes, Europa y América. También son obra suya las Fuentes de la Carrera de Caballos, como son las de las Conchas, el Abanico, Neptuno, el Ebro, el Segre y Apolo matando a la serpiente Pitón. La Fuente de Andrómeda liberada por Perseo que termina este eje es de mano de Frémin, a quien se debe la obra más numerosa, como las dos fuentes de la Taza con tritones y nereidas, las dos de los Dragones, la Fuente del Canastillo y la de las Ocho Calles con Mercurio captando a Pandora en el centro, rodeado de ocho fuentes dedicadas a Saturno, Minerva, Hércules, Ceres, Neptuno, la Victoria, Marte y Cibeles. Son también obra de Frémin la Fuente de Latona o de las Ranas, acabada por Pitué, la de Eolo, con el dios sentado sobre una roca y rodeado de niños, y la Fuente de la Fama, con el caballo Pegaso, sosteniendo sobre sus alas a la Fama y los guerreros y moros vencidos, que simboliza la apoteosis regia. Fuera de los jardines, Frémin esculpió los bustos de Cristina de Suecia y Luis I para el palacio de La Granja y los bustos en mármol blanco de Felipe V e Isabel Farnesio para el Palacio Real Nuevo. Un tercer escultor, Jacques Bousseau, se integrará en el equipo de franceses para trabajar en la Fuente de los Baños de Diana proyectada por Frémin, en la que ejecuta las ninfas que acompañan a la diosa.
Más tardíamente llegaron de Francia los hermanos Dumandré y por último Pierre Pitué, que se incorporó en 1743 para colaborar con los anteriores. Antoine y Hubert Dumandré, discípulos de Coustou, fueron llamados por Felipe V para concluir las obras inacabadas. El primero terminó la Fuente de la Fama, esculpió las figuras de Apolo y Dafne para los jardines de La Granja y se trasladó después a Madrid para participar en el programa escultórico del Palacio Real Nuevo y formar parte de la junta preparatoria de la futura Academia de Bellas Artes. Humberto permaneció en La Granja ocupándose de concluir la Fuente de la Fama, la de los Baños de Diana, cuyas esculturas se agrupan ante un nichal arquitectónico, y la de las Ranas, además de algunas otras esculturas.
La gran empresa final de los escultores franceses en el Real Sitio de San Ildefonso es el Panteón de Felipe V e Isabel Farnesio, situado en la Colegiata, lugar que habían elegido para enterrarse, rompiendo con la tradición de El Escorial. El proyecto fue debido a Sempronio Subisatí, quien dirigió también la obra. Se adosa a la pared, disponiéndose delante del sarcófago las insignias reales y a los lados la figura sedente de la Caridad y la de España en pie, sumida en el dolor, obra de Hubert Dumandré y Pierre Pitué. En la parte superior hay dos medallones con los bustos de Felipe V e Isabel Farnesio, obra de Lebasseau y sobre ellos el Ángel tocando la trompeta de la Resurrección. La pirámide que sirve de fondo culmina con una gloria en la que se inscriben las armas reales portadas por ángeles. Frente al mausoleo se sitúa el gran medallón de estuco con la representación de Jesucristo y el triunfo de los mártires, obra de Luis Salvador Carmona. Precisamente en este panteón se inspirará Sabatini para levantar el mausoleo de Fernando VI en las Salesas Reales de Madrid.